Ayer anduve de excursión por La Rioja de los vinos, por La Rioja de las grutas donde se apilan en crianza miles de botellas de caldos primorosos, únicos, exquisitos. Tuve la suerte de probar una delicia de 1914, un blanco semi-dulce de Federico Paternina que es un auténtico incunable y que sorprende por su alucinante poder aromático a pesar de llevar casi cien años encerrado en una botella. De esto ya hablaré más adelante. Sin embargo, antes de regresar a Logroño nos bajamos del coche para disfrutar de los paisajes del otoño riojano. La foto es de mi móvil, pero creo que merece la pena compartirla, con el Ebro abajo a la derecha, un fabuloso meandro con viñedos a la izquierda y la Sierra de Cantabria al fondo. La imagen está captada desde San Asensio, en un recodo de la carretera. Si se pincha en la foto o aquí, se puede contemplar la imagen con mayor nitidez y a más tamaño.
o Iba con esta música tibetana: Choying Drolma & Steve Tibbetts - Vakritunda