Arnedo encara su recta final y con el festejo de hoy se termina la temporada taurina en La Rioja. Ayer se lidió una bonita y astifina novillada de Nazario Ibáñez: se dice bonita porque abundaron los pelajes sardos, los accidentales caprichosos: listones, salpicados, entrepelados, chorreados en verdugo o aldiblancos. La pena es que aunque se venían arriba en el último tercio, como el segundo, que acabó pudiendo con Chechu, estaban muy escasitos de fuerzas y su belleza se acabó difuminando entre las dudas de unos y las claudicaciones de los primeros. Agustín de Espartinas es un novillero que desconoce el uso de la espada, el rudimento técnico del volapié y así le luce el pelo. De hecho, tras una faena compuestita al cuarto que pudo valerle una merecida oreja se perdió en un rosario de pinchazos inadmisible. Pero de entre todo lo visto en la tarde sobresale José Carlos Venegas, un tipo valiente y con clase. Está verde, vale; a veces le tropiezan los engaños, de acuerdo; pero pisa un sitio y tiene una decisión por la que merece la pena esperarle. Es de esos toreros que no dejan la muleta puesta. No. Lo que hacen es llevar la embestida hasta el final y embeber con los vuelos las embestidas. Falló a espadas, se atropelló en una ocasión pero dejó sobre el albero arnedano la firma de un chaval que quiere ser torero. (Foto vía www.burladero.es)
o Quinto festejo de la feria del Zapato de Oro de Arnedo (La Rioja): Novillos de Nazario Ibáñez, de preciosa lámina, variada de tipos, pelajes y comportamiento. Lo peor fue su escasez de fuerzas. Agustín de Espartinas: silencio tras dos avisos y saludos tras aviso; Chechu: silencio tras aviso y silencio tras aviso. José Carlos Venegas: vuelta tras aviso y palmas. La plaza mostró un lleno aparente y con un bochorno grande terminó por llover levemente.
o Acaba la feria esta tarde con reses santacolomeñas de Bucaré para Javier Bernal, Alberto Lamelas y Juan Belda.