Diego Urdiales vuelve a Logroño, una de las plazas en la que mejores faenas ha conseguido y en la penúltima oportunidad para salir del ostracismo
Diego Urdiales reconoce íntimamente que este año, por fin, tiene las oportunidades que tanto anhelaba para reivindicar su condición de torero: «Es muy duro entrenarse sin tener un solo contrato sobre la mesa; ahora las cosas parece que empiezan a cambiar porque me veo puesto en Logroño y en Alfaro y en mi cabeza sólo cabe una posibilidad: el triunfo». El torero arnedano, que no ha vuelto a ceñir el vestido de torear desde el 25 de septiembre de 2005, año en el que actuó en San Mateo frente a toros de Victorino Martín, admite que en Las Ventas, donde tiene la palabra de su empresario para volver a actuar, le indicaban que era muy difícil entrar sin una sola corrida a lo largo de la temporada: «Es como una pescadilla que se muerde la cola. No me ponen allí porque aquí no lo hacían, y al revés». Ahora, sin embargo, ya tiene el salvoconducto: «Es vital para mí salir a torear, disfrutar, hacer disfrutar a la gente y triunfar para poder salir fuera a pedir una corrida. Ése es mi sueño». Diego Urdiales, a pesar de la inactividad, no ha parado ni un día de entrenarse: «He ido mucho al campo y he tenido la suerte de estar en muchos tentaderos; incluso he matado algún toro a puerta cerrada y sé que estoy en un momento extraordinario, muy pausado y con una serenidad interior muy positiva». Además, no le pone ni una pega a la ganadería: «Muchas veces saca toros muy buenos y muy nobles y además, me encanta el cartel porque mis compañeros son dos toreros poderosos que se están buscando un hueco de una forma muy cabal y sincera», destaca el riojano.