Siempre he sentido una natural desconfianza hacia los políticos (razones me han dado). Por un lado son personas y por otro afiliados y socios. En esta España de las autonomías se ha generado una hornada en cada región de auténticas guardias de korps. En unos casos llevan corbata y acuden a su despacho oficial y en otros trabajan desde las sedes o las asociaciones vecinales, visitan los barrios, montan en autobús, mandan sms, llaman a los periódicos y muchas cosas más: son las maquinarias de los partidos. La realidad, para ellos, siempre tiene una explicación ad hoc; es decir, la culpa siempre es de los del otro partido. He llegado a la conclusión de que yo un día fui marxista porque creía que el marxismo siempre me podía dar una explicación sobre cualquier cosa. Un buen marxista, pensaba, siempre puede ofrecer una teoría razonable sibre cualquier asunto y después, solucionarlo. Con los años fui cayendo del guindo. Pero esa es otra historia. Sin embargo, todos los partidos políticos que conozco –sean de izquierdas o de derechas, de un lado o de otro, periféricos e incluso antisistema– funcionan con esa lógica marxista de acomodar siempre la realidad a sus creencias y a sus intereses, que curiosamente siempre coinciden. Y estoy soltando este rollo político por lo que acabo de leer en el blog Taurofilia y por lo que le ha sucedido a José Carlos Fernández-Villaverde, presidente de la Asociación 'El Toro de Madrid'. Me tomo la libertad de reproducir lo que ha escrito Bastonito en su magnífica bitácora y después reflexionar.
¿Qué decían los muchachos del PP sobre la reciente adjudicación irregular de Las Ventas? ¿Qué decían sobre el estado lamentable de muchas de las escaleras, o sobre las caóticas colas que se forman a la entrada de los nuevos ascensores y que impiden que los espectadores deambulen libremente por los pasillos de la plaza? Nada. Ponen el autocar en la explanada de la plaza, suben a sus juventudes a un estradillo y les hacen soltar un repetitivo discurso, como un mantra, en el que se habla de todo menos de lo que en ese momento interesa al personal que pasa por allí: los toros. José Carlos Fernández-Villaverde, presidente de la Asociación El Toro de Madrid, ha estado exigiendo a los oradores que hablen de la gestión venteña y de las obras de la plaza de toros. Los pobres no saben qué decir, e incluso ha habido algún energúmeno ¿viandante? que ha intentado agredir al aficionado, por "reventador" Si a los representantes (aunque sean niñatos) de un partido que se pone a hacer propaganda electoral junto a una plaza de toros que sus dirigentes gestionan, no se les puede preguntar sobre esta cuestión, apaga y vámonos (de hecho se queda muy, muy poquita gente a escucharles, mayormente jubilados por si regalan una gorra o algo). Deberían llevar la lección un poquito más aprendida.