Juan José Padilla, torero de Jerez, estuvo ayer a un milímetro de abandonar este valle de lágrimas merced a la terrible voltereta que le propinó su segundo Miura al recibirlo en ese absurdo potro de tortura que es la porta gayola. En la tele se vio la forma en la que el pitón trató de hincarse en su nuca y la saña con la que el hijo aquel de Zahariche le derrotó en el cuello. Por ese milagro que en Pamplona se llama capotillo de San Fermín, el ciclón salió indemne pero aturdido y la verdad es que se jugó la vida una y otra vez sin parecer importarle su anatomía. Sin embargo, y rindiéndole pleitesía por su desmesura entrega, dio la sensación siempre de estar abocado a la cornada, a merced del toro y sin recursos para salir con fortuna de cada trance, porque eso era cada uno de los lances que dio, tanto con el capote como después con la pañosa. La gente de Sevilla creo que lo vio así y le pedía que se fuera de la cara del toro, mas el jerezano seguía empeñado en el intento y a punto estuvo de ser cogido varias veces más, en unas ocasiones por exceso de confianza y en otras por despistes. No sé, pero creo que a veces fue demasiado patético el cuadro que compuso, aunque se le perdona porque estaba frente a un torazo y desvencijado por la terrible voltereta anterior. La corrida de Miura tuvo muchas lecturas y alguna de ellas muy negativas como la falta de fuerzas de algunos de los ejemplares, además del amplio descastamiento que padece. Al segundo le dieron la vuelta al ruedo. El animal era precioso y gigantesco y aunque peleó muy bien en varas, en la muleta acabó yéndose descaradamente. Pero a Miura le vale, aunque ésa sea la pena. Me gustó El Fundi por su profesionalidad y Javier Valverde volvió a demostrar su pundonor.
o Juan José Padilla: "Si tuviera delante al Presidente le diría más de una guasa"