lunes, 19 de marzo de 2007

El fútbol es así

El toreo y el fútbol como manifestaciones sociales que son se solazan en el tópico. En ambos los hay para todos los gustos y si en el balompié se goza acordándose de la familia de trencillas y linieres, en los toros las iras se las suelen llevar los banderilleros, seres a veces tan incomprensibles como el fuera de juego posicional o el palo largo. Y ayer, en Arnedo, la corrida navegó entre los goles fallidos de Leonardo Hernández, que se fue de vacío, y los cuatro tantos que metieron al alimón Rui Fernandes –un portugués que cada día se parece más a Guti– y Sergio Domínguez, que salvó el envite en el último minuto y casi de penalti. Y es que el fútbol es así...
Vayamos por partes porque quizás –y sin quizás– el marcador no hizo justicia a lo que pasó en el ruedo. Leonardo Hernández dio una lección de tauromaquia en sus dos toros. En el primero lanceó con especial suavidad y fue capaz de templar con un ritmo técnico y cálido llevando al astado siempre a un palmo y ensimismado, como suele hacer Messi con los defensas: se la pongo aquí, miro allí, y después, como en una ensoñación, le da de punterita para rematar el viaje con inusitada torería, como hacía Mágico González, aquel jugador del Cádiz que dormía la siesta porque sí y después embrujaba al Ramón de Carranza porque sí también. Pero como pasa con los genios, falló en el momento supremo y echó toda la labor por tierra. Pero en el sexto, antes de marrar de nuevo en la línea de gol, Leonardo se transformó en Zidane y desde que salió el toro perseveró en un ballet neoclásico con esa fragancia mítica del centrocampista francés. Toreó con enorme despaciosidad. Hizo paradiñas, volvía después a la cara y le plantaba al astado una cabriola en la cara como flotando con sus bellos caballos... Porque, ayer en Arnedo, a pesar de no meter ni un gol, Leonardo Hernández marcó un abismo con sus compañeros de terna. Vamos, que los toros, como el fútbol, también son así, a pesar de los árbitros y los banderilleros.
Sergio Domínguez tuvo la virtud de reencontrarse en el quinto. Sobre todo a lomos de ‘Gallito’, caballo con el que demostró toda la torería y raza que atesora. Sin embargo al torero calagurritano se le vio demasiado precipitado en el primero: un toro complejo y engañoso. Lo mejor es que fue capaz de remontarse a sí mismo, de buscar en su interior y de labrar un excelente tercio de banderillas con ese caballo que lleva las crines sueltas y que vagamente y como licencia recuerda el pundonor de Sergio Ramos o Puyol. Mató por arriba y logró tras una bella muerte llenar su marcador. Rui Fernandes, a pesar de su parecido a Guti, ofreció una versión más acorde con la inconsistencia de un Robinho, con sus bicicletas y regates en terreno de nadie, donde los goles sólo se meten por las ayudas arbitrales.

o Toros reglamentariamente despuntados para rejones de Sánchez Ybargüen, mansos y colaboradores; los dos primeros, más deslucidos y el tercero, excelente. Rui Fernandes: dos orejitas en su lote. Sergio Domínguez: palmas y dos orejas. Leonardo Hernández hijo: palmas tras aviso y ovación tras aviso. 3ª y última de la feria. Plaza de toros de Arnedo: casi lleno. Domingo 18 de marzo de 2007. Preciosa foto de mi amigo Alfredo Iglesias.

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