Al arrancar la web de Mayte Martín al internauta le reciben los acordes por bulerías del violín de Olvido Lanza interpretando el precioso ‘Ten cuidao’ de su penúltimo disco y una frase tan reveladora como, quizás, inesperada: «El flamenco es mi origen, no mi yugo».
– ¿Por qué ese afán en proclamar que el flamenco no significa ningún yugo para usted?
– El flamenco es una música maravillosa que me ha acompañado y me acompañará toda mi vida, pero no es la única de las músicas que lo harán ni que lo hacen. Quizás en este mundo funciona mucho una especie de endogamia en la que se piensa que no hay vida más allá del flamenco y que el cante es lo más grande y lo único que existe. De alguna manera, creo que a la música –sea del estilo que sea– la hacen grande los artistas que la interpretan. De hecho hay estilos fabulosos que en manos de determinados intérpretes carecen de la más mínima gracia. Pero eso del yugo no es ningún afán; es, sencillamente, la expresión de un anhelo, de unas sensaciones personales, nada más.
– ¿Cuáles son esas músicas que le interesan?
– Existen muchas, pero especialmente la brasileña y una intérprete que me ha calado muy hondo, Elis Regina. También me gusta mucho la música clásica y en concreto Bach y la ópera.
– Además de los dos discos flamencos que tiene, ha grabado otros dos de boleros, uno con el mítico pianista de jazz Tete Montoliú (1996) y un segundo con la colaboración de Omara Portuondo (2002) ¿Es comparable la tensión emocional al cantar flamenco con el bolero?
– No, es totalmente diferente porque son dos músicas distintas, aunque ambas suelen penetrar de forma tremenda en el corazón y en la sensibilidad de las personas. Lo que yo intento es dejar mi sentimientos en ambos estilos, pero no se puede comparar en ningún caso porque son lenguajes que poseen claves muy diferenciadas.
– ¿Le siguen reportando más satisfacciones las otras músicas que el flamenco?
– Bueno, eso corresponde a otra época, a la Mayte Martín de hace años. Ahora la satisfacción viene de algo más interior, de procesos más reflexivos.
– ¿Qué diferencia van a encontrar los aficionados en el concierto de esta noche con la actuación de 2001?
– Sobre todo que existe una evolución integral, que he vivido más y que la experiencia también se refleja después en el escenario. De eso no cabe duda
– A veces, el flamenco suena en muchos cantaores con una especial contundencia; como abusando del grito. Sin embargo, en usted aflora la ternura en el cante de una manera primordial ¿lo busca deliberadamente o es su esencia?
– A mi la vida me ha llevado donde me ha llevado por intentar ser fiel a mis principios y en el flamenco también. De alguna manera puedo decir que creo en el susurro; mi filosofía como músico está muy ligada al intimismo, a la caricia y en el cante me sucede lo mismo. Me gusta mimar las notas, creo en la necesidad de detenerme de forma casi meticulosa en cada frase, en cada sílaba. Digamos que lo entiendo así y trato de llevarlo a efecto. Lo contrario sería traicionarme como artista.
– ¿Se siente más cantante que cantaora?
– Procuro no etiquetar para que no me etiqueten y sencillamente, eso me da igual. Me considero músico y canto flamenco. Que pongan lo que quieran.
– Y se considera flamenca
– Me siento una cantante que utiliza el lenguaje que le proporciona el flamenco para expresarse, pero no llevo vida de flamenca ni nada por el estilo. No, muy flamenca en ese sentido no lo soy.
– El flamenco ha vivido momentos muy diferentes en su expresión ¿De quién se siente cerca?
– Aquí no tengo lugar para la duda: me encanta Pastora Pavón ‘La Niña de los Peines’, es mi gran referencia en el flamenco.
– Y de los contemporáneos
– Soy una admiradora del concepto que posee Enrique Morente; también me gusta su hija, que tiene una voz preciosa.
– ¿Qué proyectos tiene ahora?
– Mi batalla no es comercial. Lo que más me motiva es que la música sea la música que siento y el mercado del disco está en un momento muy complicado.
– ¿No hay sensibilidad en las compañías?
– No es eso. Yo mantengo la teoría de que ha de haber una conexión clara entre el público y los creadores –ése es el papel de las discográficas– pero para ello es necesario que haya coherencia en los artistas, que den ellos primero el paso. Y en muchas ocasiones funciona todo lo contrario. De hecho, creo en la gente, creo que existe la suficiente sensibilidad para poder seguir creando música bella sin complejos.
– ¿Cómo cree que es su público?
– Eso es muy difícil de decir o de asegurar, pero en muchas ocasiones he tenido la sensación de que si estaba en un recital de cuatrocientas personas, a lo mejor trescientas me conocían e iban a escuchar mi música independientemente del estilo. Cuando he tenido esa clase de sensaciones en los conciertos la verdad es que ha sido maravilloso.
– ¿Queda en el mercado espacio para la buena música?
– Claro, siempre habrá gente con ganas de escucharla. Lo importante es intentar escapar como sea de tópicos y de falsos mitos.
o Mayte Martín abrió ayer los XI Jueves Flamencos del Salón de Columnas del Teatro Bretón de Logroño. Esta entrevista la he publicado en Diario La Rioja