lunes, 13 de noviembre de 2006
De repente, Ortega Cano anuncia un nuevo ridículo
La tauromaquia no puede merecerse todo lo que le están haciendo los taurinos en los últimos años. De hecho, no hay nada que pueda merecerse semejante trato por parte de los suyos, o mejor dicho, de los que la sabotean desde dentro con el único y miserable afán de engordar sus arcas. En fin, cuando todo va mal es posible que empeore, tal y como se ha demostrado con la decisión Ortega Cano de reaparecer por enésima vez para actuar en 20 ó 30 corridas de toros con apoderado y todo. No es justo. Ya me imagino al torero –otrora admirada figura– arrastrándose por los cosos ante bóvidos bicornes de pacotilla para bufa de los espectadores. La última vez que lo vi fue hace dos o tres años en Haro en un festival y daba pena porque su impotencia en la plaza ante un eralote resultaba patética, rayana al peor de los esperpentos. ¿No habrá nadie en su entorno con el más mínimo sentido común?