Nunca una trompeta me ha dolido tanto. Cuenta la historia que a Chet Baker le rompieron la boca para que no pudiera tocar. Nadie en el jazz me ha provocado nunca tanto dolor, tanta ternura, tanta belleza y desolación. Fue un hombre consumido por las malditas drogas que hacía hablar al viento, que tamizado por él (manos, pulmones, sentimientos) se asomaba deslizando ese no-sé-qué aterrador y rabioso. Chet Baker, sencillamente Chet, siempre te llevaré en el corazón.
En este video aparece con Michel Grailler al piano y Ricardo del Fra al contrabajo.
Nota, a modo de cariñoso aviso: en los próximos días iré poniendo cositas de este maestro