Enrique Ponce asegura que él no es el culpable del desmesurado tamaño de los toros: «Desde aquí se ven más grandes todavía»
Enrique Ponce tuvo ayer una tarde de cara o cruz en Logroño: «El primero de mis toros tenía bastante calidad pero la gente lo ha protestado mucho. Después, el sobrero ha sido imposible porque se ha ido a las tablas desde el primer momento». Sin embargo, con el cuarto de la tarde podría haber logrado un triunfo si no hubiera fallado con la espada: «Estoy convencido de que tenía la oreja en la mano, pero se me ha ido la mano y lo he perdido todo», confesaba un Enrique Ponce que aseguraba de su actuación con el cuarto que «había sido muy importante porque el toro pegaba cabezazos, embestía sin ningún ritmo y sin nada de nobleza. Además, desarrollaba genio y encima pegaba tornillazos sin ton ni son. Pero estoy seguro de que hubiera cortado la oreja». En ese toro Enrique Ponce hizo un ademán de salir a brindarlo al público. Entonces, se oyeron protestas por parte de un sector y el diestro de Chiva se volvió hacia la barrera y envío la montera a Franklin Gutiérrez, su mozo de espadas: «Me ha parecido escuchar bastante gente protestando y ante este panorama he decidido que no voy a brindar un toro en medio de los silbidos de tantos espectadores». Sobre el tamaño de los toros de ayer, el valenciano dejó bien claras las razones por las que se había apuntado a este hierro: «En Mont-de-Marsan salió una corrida estupenda y corté tres orejas. Pero si el público ve grandes a los toros, que se imaginen cómo se ven desde abajo. Es verdad que la corrida está pasadita de kilos y de tamaño y desconozco quién tiene la responsabilidad de que venga así, lo que puedo decir es que la culpa de ese tamaño mía no es, que yo no los pido así».
