miércoles, 16 de agosto de 2006
¿Es la misma fiesta?
De todos es sabido que en las mal llamadas corridas de rejones se afeitan a los toros de forma legal. A mí, de primeras, no me gusta un toro mutilado, aunque eso sí, prefiero que me avisen a que me digan lo contrario y hagan lo mismo, que es lo que sucede la mayoría de las tardes en las denominadas corridas de rejones. Ayer en Alfaro se lidiaron seis bomboncitos de Caridad Cobaleda y los rejoneadores se repartieron la friolera de siete orejas y un rabo: Hermoso de Mendoza (4 orejas y el mentado apéndice); Sergio Domínguez (dos pelúas) y el portugués Ribeiro Telles se encontró con una sin esperárselo, con lo que se puso más contento que todas las cosas. En fin, la locura, la desmesura, lo que no tiene nombre. La plaza estaba casi llena y todo el mundo salió muy contento, aunque las faenas de Pablo no fueran ni tan buenas ni tan compactas como en otras ocasiones, pero ya se sabe, la locura colectiva pudo con la razón como en tantas ocasiones. Y digo todo esto porque en la web de Las Ventas sale un magnífico reportaje de Juan Pelegrín con las imágenes de las encornaduras de los astados de rejones de La Cardenilla lidiados esta semana en Madrid. Los toros de ayer en Alfaro (foto de mi amigo Justo Rodríguez) y los de Madrid estaban afeitados, pero yo me pregunto ¿es la misma fiesta? ¿son los mismos afeitadores? ¿qué pasa aquí? ¿en qué estaré pensando yo para escribir estas cosas? ¿he perdido la razón?