Aunque tuve algún que otro roce con él la verdad es que lo echo de menos. Me parece que Alfonso Navalón fue una persona irrepetible como aficionado y también como crítico. Desconozco cómo era en el trato más cercano pero su afán de polemista irredento suscitaba tantas pasiones como odios. Amaba el toro, aunque reconocía sin tapujos que afeitaba tanto como Juan Pedro Domecq. Una vez le hice una entrevista y me permito un año después de su fallecimiento reproducirla en esta bitácora.
Alfonso Navalón, crítico y ganadero, vuelve a Logroño. Ahora para hablar del legendario Antonio Ordóñez, con quien confiesa que se las tuvo tiesas tras su reaparición: “Ya no era el mismo y pretendía que tapara con mis crónicas su destoreo. En Guadalajara me mandó a su cuadrilla para zurrarme, aunque poco antes de morir nos reconciliamos”. La conferencia, organizada por la Peña 21, se verificará a las 20,30 horas en el Salón de Actos del Colegio de Veterinarios.
– ¿Qué queda de la tauromaquia de Antonio Ordóñez?
– De su primera época, prácticamente nada. Ordóñez fue un diestro majestuoso y profundo. Tras él sólo siguió “El Viti”, con menos calidad pero también un excelente torero. Lo que hizo tras la reaparición –pico y superficialidad– es la nota más común de estos tiempos, en los que triunfan gente como “Espartaco”, que es el colmo de la vulgaridad. Joaquín Vidal, cuando salió a hombros de Sevilla, dijo de él que era el triunfo de los cabos. Ordóñez era capitán general y los de ahora, cabos.
– ¿Y cómo era en su faceta humana Antonio Ordóñez?
– Era un ser caprichoso y volátil y tenía un trato muy complicado. Muchos sólo saben de él por ser abuelo de Francisco Rivera Ordóñez y padre de una mujer con mucha temperatura.
– ¿No cree que si usted hubiera ceñido su pluma a lo estrictamente taurino su carrera como crítico le hubiera llevado a una tribuna nacional?
– Mire, si se refiere a que me baje los pantalones, jamás lo he hecho ni lo haré.
– Pero usted se mete en la vida privada de los toreros ¿Le parece lícito?
– Es que no me refiero a su vida privada, sino a aspectos reflejados en documentos públicos. En el caso de “Joselito”, yo buscaba la razón por la que era un ser tan mustio y por ahí andaba Martín Arranz, que se llevaba todo su dinero. Álvaro Domecq, ese caballero español y del Opus, se compró la finca de “Los Alburejos” con el testamento de “Manolete”. Lo dije, fuimos a juicio y no se presentó. Otro caso fue el de “Jesulín”. Su padre se ha llevado todas sus ganancias.
– Muchos comparan a José Tomás con Antonio Ordóñez
– No tienen ni idea. José Tomás tiene a su favor a la crítica y al público de Madrid, pero el que llena las plazas es “El Juli”. Tomás tiene grandes virtudes pero es mucho más superficial, aunque con su toreo crea impacto en el público.
– ¿Qué le parece su estrategia de no torear en las ferias televisadas?
– Ridícula. Su apoderado – Martín Arranz– pensaba que iba a dominar el toreo con “Joselito”, Tomás y Pablo Hermoso. Ahora están fuera de todas las ferias. En el fondo, sólo quería más dinero. Y encima, el público ya lo sabe, por lo que les medirán mucho más ya que desconfían de su postura.
– ¿Por qué cree que Tomás ha elegido a este apoderado?
– Por debilidad mental. Sólo hay algo más tonto en el mundo que un torero: otro torero. Tomás se podía arreglar para mandar en la fiesta con sólo un representante y un veedor. Pero ha elegido otro camino y se ha equivocado de plano.
– ¿Sabe que van a hacer una plaza cubierta en Logroño?
– Sí, y no me gusta nada. “Chopera” ya es el amo. Y eso no es lo peor, ya que su descendencia es nefasta. La plaza de Logroño debería haberse quedado en manos riojanas. Lo siento, pero no me gustan ni las plazas cubiertas ni los hijos de Manolo Chopera. Además, con las plazas cubiertas, el riesgo de los toreros es mínimo y la fiesta pierde y pierde. Todo se convertirá definitivamente en un monopolio y la feria de Logroño será una más en la que todo estará lleno de fraudes.
– Hablando de fraude, ¿afeita usted a sus toros?
– Aunque no me lo pidan los afeito a todos para poder venderlos. En esto estoy a la altura de Juan Pedro Domecq y del resto de los ganaderos. Sólo los hierros que venden miedo no afeitan. Yo lo afeito todo.
– No le parece una falta de coherencia con sus posturas.
– No, porque lo digo. La diferencia es ésa. La verdad es que estoy bastante cansado de esta lucha. No hay solución para esta fiesta dominada por los medios de comunicación que sólo aspiran a una tauromaquia enlatada, dirigida por el “palabrero” Fernando Fernández Román y tipos como Manolo Molés. Todo es un acto social y las plazas serias acaban derivando en cosos como los de la Costa del Sol. Cuando echaba mis toros en puntas o me los quedaba en la finca o los lidiaba en plazas de ninguna relevancia con sólo toreros de tercera o cuarta fila. Por eso afeito mis toros.
o La entrevista se publicó en Diario La Rioja en abril de 2000.