Enrique Morente y Pepe Habichuela, dos genios mano a mano, dos músicos excepcionales que ya en los setenta hacían cosas tan hermosas como ésta. Algunos –hay qué ver– les llamaban iconoclastas, rompedores, incluso, traidores. Y era el alma de Chacón la que se rebelaba, la que nos decía a los aficionados que la clave está en sentir, en sentirse.