He vivido con decepción la corrida de Adolfo Martín, con decepción porque uno esperaba más de esta legendaria divisa, que ha mostrado pocas fuerzas, demasiado genio y no tanta casta como se esperaba. Me ha gustado el primero de López Chaves y he disfrutado con el quinto de la tarde, aunque mucho más por la disposición de Antonio Ferrera que por el propio toro, ya que en cualquier otras manos hubiera pasado desapercibido todo su atávico carácter. Y en esta faena Ferrera ha dado una lección con las banderillas –emocionantísimo tercio– y se ha jugado la vida con la muleta exponiendo una barbaridad. Mis respetos para este Ferrera inmenso que parece recuperado de la mala racha de los últimos años. Lástima la espada. Domingo López Chaves también ha estado valiente y dispuesto, aunque muy por debajo de la calidad del mejor toro de la corrida, el primero de su lote. Sin embargo, el salmantino se ha justificado y aunque le ha costado demasiado encontrar el terreno propicio y creerse la nobleza del burel, se ha justificado y ha sobrepasado en sus dos actuaciones con creces la vergüenza torera, precisamente la que no ha tenido Padilla. Al primero de su lote, muy parado, lo mató por arriba merced a una soberbia estocada. Pero con el cuarto, de mucho temple pero de esqueleto frágil, no es que haya rozado la provocación, sino que se ha pegado una verdadera pasada. Además, nadie se hubiera metido con él si tras la decisión presidencial de no devolver al toro lo hubiera trasteado y quitado las moscas. No. Ha intentado hacerle faena y como en animalito andaba flojo de remos, ha empezado de rodillas estrellándolo contra el burladero. Una faena lamentable, sin capacidad ni recursos y lo que es peor, una altanería despectiva hacia un público del que se ha mofado por activa y por pasiva mientras sus dos compañeros de cartel se jugaban la vida sin ambages. Después el quite al sexto: he aquí los lances más zarrapastrosos de muchos años en Madrid y lo más lamentable, la forma de irse de la plaza: sin capote, sin montera y volviéndose a reír de la gente que paga por verlo. Una pena: se llama Juan José Padilla y dicen que es torero (tengo mis serias dudas tras lo visto ayer). Eso sí, para toreros: Ferrera y López Chaves, sobre todo Ferrera.