Con la muleta hay unos pocos pases clásicos y puros (...) Desde luego, lo primero que tiene que hacer el torero es procurar no cortarle el viaje al toro (...) La embestida ha de llevarse lo más larga que se pueda, pero con naturalidad, sin las reolinas dándole vueltas al toro. El pase debe darse cuanto más largo mejor, pero con cite y con remate y quedándose uno colocado para ligar el siguiente. El toro tiene que venir humillado, metido en la panza de la muleta y con la suerte cargada. La mayor parte de los toreros lo que hacen es descargar: tú citas por un lado o por otro y, en vez de echar para adelante la pierna contraria, lo que haces es echar la otra para atrás; y eso no es cargar, es descargar. El torero bueno es aquel en el que cargas la suerte y apoyas el peso sobre la pierna contraria; y la última parte del pase ha de permitir que el toro te deje colocarte de nuevo sin modificar el terreno, pues lo más clásico y lo más puro es que, en la faena, cuanto menos andas, mejor.
o Así se expresaba Rafael Ortega en su obra 'El Toreo Puro', una de las cositas de toros que he leído en mi estancia en Madrid, mejor dicho en el Hospital Ramón y Cajal, como enfermo consorte de una enfermedad que ya no es tal. Y mientras pasaban las horas y los días en la habitación hospitalaria pensaba en estas cosas que decía/hacía el maestro gaditano y reflexionaba sobre los subterfugios de los taurinos y sus amigos de los medios.