Viajerito, de José Luis Pereda, ha sido un manso integral, un toro que ha infundido respeto en la plaza por su poder y por sus aviesas intenciones. El tercio de varas ha sido un atragantón y en banderillas ha puesto la cara por las nubes. Después de dirigir la lidia con especial acierto, ha cogido Ponce la muleta y ha dado una lección, por valor y colocación, por amor propio y porque como hizo ayer Pablo Hermoso de Mendoza, ha marcado la diferencia entre él y por ejemplo, El Juli, que el día de Fuente Ymbro se desdibujó de una forma penosa ante dos astados mucho menos problemático. (sigue la corrida...). Por cierto, voy a decir una cosa que me sale del alma: los que han protestado a Ponce con este toro no saben lo que hacen, aunque haya matado tan mal.