En determinados corrillos virtuales se habla estos días de la posible presencia de la droga en los toros, concretamente en la infumable corrida de Fuente Ymbro, un lote de seis astados seguramente seleccionados con mimo para que Julián López ‘El Juli’ comenzara su reencuentro con la afición de Madrid. La verdad es que fue una corrida decepcionante, descastada e inaudita en esta ganadería jalonada hasta ahora con triunfos y parabienes. Personalmente siempre he tenido muchas dudas de que se drogue a los toros con un fin relativo a su comportamiento en la plaza y ante los toreros, pero tal y como está el patio y la catadura y la nula profesionalidad de muchos de los que manejan las entretelas de este negocio, poco o nada me extrañaría. Hace dos años Finito de Córdoba, un torero totalmente amortizado, ya se quejó de que a los toros los pinchaban durante la Aste Nagusia. Hace más tiempo yo tuve la suerte de publicar en El País un informe a través del cual se detectó en varias reses lidiadas en España dos relajantes musculares, dos sustancias con sus periodos de carencia correspondiente y que habían sido suministradas sin receta veterinaria. También es sabido que a determinadas corridas se les inyectan tranquilizantes para los viajes y que muchas veces, los encargados confunden las dosis y se pasan de la raya. Ahora, de ahí a utilizar otras cosas –no sé cuales– con fines tales como el de adormercer la casta y asegurar más la comodidad del torero, me parece que no se hace, pero sólo me lo parece porque nadie ha sido capaz de demostrarme lo contrario. Bastonito habló de petardo, de petardo grande. Sin embargo, y aunque la corrida ni estuvo bien presentada ni dio el juego esperado, dejó bien claro cuál es el actual estado de las cosas. Abrió la tarde un toreo infumable que en el invierno torea como nadie en las placitas de tienta y al que se van a rifar los toreros para abrir la corridas de glamour, ya saben ésas en las que no sale el toro porque un toro ha de tener de todo menos glamour y a Finito sólo le pone el medio toro desmochado. Después salió El Juli y ahí me llevé yo la gran decepción (?). No tuvo un lote como se supone que esperaban él y su apoderado, de acuerdo, pero no demostró ser la figura que dicen que es. Y no lo hizo porque de siempre las figuras han tenido recursos, tauromaquia para plantear las faenas con algo más que derechazos rápidos al hilo o con la muleta retrasada y esa ambición que precisamente tuvo él en sus fulgurantes inicios. Pero El Juli volvió a plantearse con pereza en Las Ventas y a cualquier otro torero en esta plaza le hubieran puesto el cartel de visto para sentencia. Habrá que esperarle los que le esperen aunque este año todos esperábamos más de su esportón, de esa galladardía de no esconderse en San Isidro y con tres ganaderías de altura. Eso sí, espero que los veedores acierten con él para que no nos hundan a los demás.