sábado, 20 de mayo de 2006
El torero alucinante (II)
Pablo Hermoso de Mendoza ha convertido el arte del rejoneo en una disciplina alucinante porque es capaz de hacer con sus caballos y ante el toro verdaderas faenas, cabriolas y piruetas, trincherazos, desplantes y contorsiones que parecen salidos de una película de dibujos animados. Se puede antojar inverosímil, pero es verdad. Los caballos flotaban sobre el ruedo ante la mirada atónita de una afición que se contagió al momento de la expresividad que lograba con sus monturas. Esto lo escribí el año pasado en Logroño tras su actuación; después de lo de ayer en Madrid, qué más quisiéramos los aficionados al toreo a pie que hubiera dos o tres coletudos con su ambición.