La corrida se iba por el desesperante sumidero de la nula casta y peor condición de los toros de Valdefresno. Una corrida lamentable, mal presentada y con síntomas barberizantes, una corrida desgraciada que ha vuelto a poner en evidencia a la desgracia de los veedores: ¿Puede haber una corrida más fea en todo el campo charro? ¿Por qué hacen algo así a la afición cuando aparecen en el cartel tres de los más prometedores toreros jóvenes del escalafón? ¿Por qué son tan inútiles los taurinos? Sin embargo, en medio de la hecatombe y de la incapacidad absoluta del presidente Julio Martínez Moreno para presidir, de la cara que hace falta tener para no mandarse a sí mismo al corral, con los veterinarios y con Florito arreándoles varazos en las caderas, por impresentables.
Sin embargo y en medio de la turbamulta apareció el bisho, y el bisho sin importarle nada se las arregló él solito para cortarle una oreja a un toro que no era un toro. Se la jugó, se estiró al natural y daba pena verlo con aquel escombro. Mis respetos para Castella.
