Decepcionates cuadris los corridos ayer en Las Ventas; decepcionantes por insípidos y flojos, por descastados y decepcionantes también por hermosos, porque el sexto era de una belleza descomunal, con prominente morrillo, con la testuz rizada y con una mirada serísima que reunía en sí misma todo el impresionante trapío de un cuadri con hechuras de catedral pero con alma de caverna. A pesar de todo, fue una corrida interesante, una corrida de la que se esperaba siempre más pero que no conviene confundir con las borregadas que hemos sufrido días atrás. El Califa demostró ser un torero desnortado que no tiene sitio y que incomprensiblemente mandó a loc corrales al cuarto, que aunque flojo tenía recorrido y humillaba una barbaridad. Domingo López Chaves me decepcionó porque no fue capaz de construir de verdad ninguna de sus dos faenas y equivocó terrenos y distancias –sólo al final lo vio–. Y aunque se llevó de largo el mejor lote y pudo haber cortado alguna oreja, nunca llegará a ser nada en esto con esa forma de entrar a matar. Se lo tiene que mirar porque de nada le van a servir sus voluntariosos esfuerzos intentando despenar a los toros de esta guisa. Y me da pena porque creo que es un chaval con ganas de ser torero. Javier Valverde estuvo valiente y decidido con un lote imposible. Fue cogido de muy mala manera; se libró por los pelos y me da la sensación que Madrid no terminó de ver las complicaciones del sexto. Últimamente me da la sensación de que Madrid no termina de ver demasiadas cosas.