lunes, 3 de abril de 2006
La verdad del torero es tener un misterio que decir, y decirlo, dicen que dijo Rafael Gómez 'El Gallo'
Fui a Las Ventas el sábado con dos chavales que quieren ser aficionados. Los dos de Logroño, los dos sin más amigos a los que les interese mínimamente la tauromaquia. Conocían a Paula de oídas, de lo que les habían dicho sus padres y lo poco que habían leído sobre él. Eso sí, conocen al dedillo lo frustrantes que son los taurinos, la capacidad que tienen para echar todo por la borda y para después, echar la culpa al empedrado. No voy a decir más porque toda la blogosfera taurina ha recogido a la perfección el desgraciado acontecimiento. Sólo se salvaron Paula –que hasta medio impedido se deslizaba sobre la arena con singular torería– y los aficionados, que le dieron ovaciones alucinantes despidiéndolo al grito de ¡torero! ¡torero! ¿Entenderían algo las cigarras que ocupan determinados burladeros? ¿Qué pensaría Morante al llegar a su habitación? ¿Piensa algo Morante de su apoderado? ¿Por qué diablos no ha despedido a su apoderado? ¿Es imposible seleccionar algo mínimamente decoroso para trastear en Madrid? ¿Es verdad que el público de Las Ventas es agrio y derrotista? ¿Acaso es cierto que es imposible llenar Madrid fuera de feria? ¿Seguirán siendo mis dos jóvenes amigos aficionados tal cosa?