Calahorra, toros sin arroz y picadores metafísicos

Comenzó ayer la temporada en La Rioja con una corrida cinqueña de los Hermanos Sampedro a la que le habían hecho ascos alguna figura y a la que por lo visto se le había pasado el arroz. Así que 'Taurointerior', (vaya nombrecito que tiene la empresa de la plaza de Calahorra) se la agenció para esta extraña corrida invernal en la que los tres toreros de la casa hicieron el paseíllo: Eugenio de Mora, Manuel Amador y Luis Vilches. Además, Castilla–La Mancha TV emitió el festejo en directo, cosa que no deja de sorprenderme aunque hubiera dos manchegos en el cartel. Los toros de Sampedro Hermanos adolecieron de casta (ninguna novedad); estaban superafeitados (más de lo mismo); no tenían muchas fuerzas (como casi siempre) y compusieron un lote lamentable (marca de la casa). Luis Vilches estuvo mal y sin sitio con la espada, perfilero y vulgar como un pegapases más. Si sigue así puede llegar a figura. Eugenio de Mora tuvo detalles entre la desconfianza; memoria entre el aburrimiento y aunque le cuesta un mundo hacer las cosas, parece progresar. Ah, al sexto lo despenó de una gran estocada. Y Manuel Amador... se fracturó la clavícula al rematar una media después de dos verónicas mecidas con ese bisbiseo de algunos toreros gitanos. Se mantuvo en el ruedo hasta el final –despojado de la chaquetilla, como se ve en la foto de Alfredo Iglesias– y algún natural se fraguó pinturero. Por cierto, todos los picadores fueron propuestos para sanción por salir al ruedo con los dos ojos de los caballos tapados y existió un breve conato de motín por parte de los del castoreño. Pobrecitos ellos, con aquellas fieras esperando a ver por dónde iban a mirar a los caballos para asustarlos. Los picadores, tipos sañudos la mayoría de ellos, se creen los amos. Claro, pero mirando a los tendidos son los amos del erial, de la nada metafísica de algo tan ridículo como el castoreño si se luce como lo lucen ellos, enfangádolo.