Dos de enero. Echo de menos las crónicas taurinas de algunos de los críticos con los que uno se puede tropezar mientras aporrea el ordenador (bueno, exactamente taurinos no me atrevo a llamar a estos escritos. Un amigo mío, que es muy mal pensado, asevera que tampoco se les pueden llamar crónicas, pero que tienen su gracia estas piececitas informaticotaurinas). De hecho, echo de menos la sencillez de aquella crónica (relato, más bien) –os acordáis– titulada de esta guisa: 'Manzanares firma una oda al toreo. "Y es que" –como aseguraba el cronista, o el relatante– "Manzanares desde la primera serie se rompió con él ". Y seguía el tío: "Casi desde el primer capotazo. Desde el primer lance. Asentada planta. Hiératica figura. Estética perfecta. Conjunción hermosa. Cargando la suerte". Pero el final fue sublime. "Transmitiendo una radiente ilusión. Una personalidad rebosante de torería. Faena soñada y toro perfecto. Una gran estocada sirvió para firmar toda una oda al toreo. Se pidió con fuerza el rabo (Sic).
Pero aunque penséis que de qué voy, que si hablo de la oda del rapsoda tengo que colocar al introito. Inconmensurable. Voy como Don Quijote donde el viento me lleve. Allí por donde Rocinante me transporte encontraré mi morada. Aunque mi patria sea la libertad (Zapatero, dixit). He aquí la entradilla: "Faena inconmensurable de Jose María Manzanares. Obra grande, sin pausas, sin medias tintas. Faena de una exquisita y sincera profundidad. Fue en el sexto de la tarde. Un animal al que pusieron banderillas los tres toreros. ¡¡Hasta Manzanares se animó a poner uno al violín!!. Bien resuelto aunque cayeron".
Y aunque David Fandila El Fandi tuviera "una tarde de torero capaz y notable inteligencia" y Padilla ligara "una faena bien hecha, mejor dibujada y pletórica de entrega y raza frente al noble y distraido animal que abrió festejo", aquella tarde del 13 de septiembre de 2005 (21:30:00 Hora GMT –para aclarar todos los datos y despejar cualquier confusión), pasará a la historia de la Tauromaquia finisecular que nos asola por la oda al toreo firmada por José María Manzanares (junior) en Aranda de Duero frente a toros toros de Hnos. García Jiménez y un remiendo en 5º lugar de Olga Jiménez.
En fin, que lo que digo es que echo de menos tal día como hoy discursos de este tenor, emocionantes relatos de faenas oníricas con toros –coño, habría toros– sin tacha alguna, con esa emoción que deparan las reses bravas corridas por los modernos coletudos en las plazas de la vieja piel de toro. He dicho toro y como pido el toro seguro que me tachan los taurinos de antitaurino..... Viva la oda y la faena de Manzanares (junior) y que viva también el remiendo de Olga Jiménez y el par de banderillas "bien resuelto aunque cayeron". Total, ná.