Este periodista había conformado una entrevista radiofónica con Roberto Domínguez, a la sazón apoderado de El Juli, para tratar temas relacionados con la carrera del diestro de San Blas, su lesión y su participación en las primeras ferias de la temporada. Este periodista consideraba que El Juli era noticia y que por lo tanto tenía interés el discurso de Roberto Domínguez, el apoderado que dice que nunca será apoderado pero que en este caso lo es. Llamada de rigor, hora de la entrevista consensuada y todo el mundo conforme. Pero, oh, llegó la hora de la verdad, el acuerdo se rompió y el apoderado del fenómeno madrileño... estaba reunido y no se podía poner. Este torero-apoderado, adjetivado por Javier Villán como maestro descabellador siempre se queja del poco caso que hacen los medios de comunicación a los toros, que sólo hablan de lo negativo, de las cornadas y de los escándalos. Pero a la hora de la verdad... la mediocridad de los hombres sin palabras, de los que desprecian a lo que creen que no pueden sacar beneficio en el momento. Luego, llegarán las quejas, las mudanzas, las miradas a contrapelo y ese llorar plañidero de los mediocres. Como no es la primera vez que lo hace parece que sea costumbre y estas costumbres tan así es que retratan a los que las protagonizan. Su nombre: Roberto Domínguez, otro de esos taurinos que parecen carecer de palabra.