miércoles, 4 de enero de 2006

La Virgen de Quito se le aparece a José María Manzanares (padre e hijo) desde el Panecillo, en Ecuador

No lo puedo resistir. Sera mi sino. Será que estoy ocioso o sencillamente, que he caído ensimismado por la familia Manzanares, padre e hijo; hijo y padre. Tras el post del dos de enero (el anterior, no os vayáis más lejos) y volviendo a revisar 'burladerodos', me he vuelto a encontrar con otra de esas maravillas tauroalucinantes, literotaurinas, incalificables. En este caso, el cronista se llama Fabián Cuesta y nos escribe desde Ecuador (Martes, Noviembre 29, 2005 06:39:00 Hora GMT). Empieza Fabián: "Hay días en los que, no sabe uno bien por qué, revolotea en el ambiente una sensación especial que nos dice que algo importante está por suceder". Y claro, a uno se le hace la boca agua esperando el sucedido: "Y a veces hay noches como la de hoy, en las que parecería que los astros se alinean, y todo sale a pedir de boca, y nos regalan una noche mágica, unos acordes flamencos en un ruedo taurino y más de un millar de velas encendidas haciendo vigilia al arte. Esto sucedió esta noche en la Plaza Belmonte, en la que fuimos testigos de un recital de toreo en su estado más puro, que difícilmente podrá olvidarse... o repetirse". Los autores del milagro: los Manzanares. "Si maravilloso y de emotivo fue lo vivido hasta ese momento (culpa del padre), lo que hizo José María hijo al final de este bello episodio de toreo puro fue simplemente sublime. Su obra torera fue un lingote de oro macizo. Un bálsamo de manzanas frescas para curar las penas del alma y refrescar la ilusión de la afición". Y es que "cuando armó su muleta, la Virgen de Quito, desde el Panecillo, volvió sus ojos al ruedo belmontino, y vio al niño Manzanares dibujar una obra de arte sin igual".
Y Fabián Cuesta se quedó así de satisfecho: "Habíamos visto, por fin, al hijo de Manzanares. Este joven alicantino que tocaba el cielo de Quito ante la mirada emocionada y orgullosa del padre, con quien se fundió en un largo abrazo. Se fueron a hombros ante el clamor del público dejando en el ambiente un perfumado aroma de manzanas frescas". Repito desde la extenuación: total ná.