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jueves, 15 de diciembre de 2005
Nunc est bibendum (V)
Los vinos de Roma, al parecer, tenían extraordinarias propiedades para la conservación. Este dato por si sólo sugiere que su gran calidad. Las grandes cosechas eran comentadas e incluso bebidas durante más tiempo del que parece posible; el famoso vino Optidiano era consumido incluso 125 años después de su elaboración.
Los romanos poseían todo lo necesario para envejecer el vino. No se veían limitados, como les sucedía a los griegos, a las ánforas de barro, aunque también ellos las utilizaban, sino que tenían barricas y botellas de cristal muy parecidas a las actuales. Es razonable suponer que aquellos habitantes de la península itálica bebían un vino con bastante parecido al actual: joven y elaborado con métodos rudimentarios; seco o fuerte, según el tiempo estival. El sistema romano de cultivo de las vides todavía se practica en el sur de Italia y en el norte de Portugal.
Y es que los romanos –herederos del saber griego sobre el vino– le agregaron azúcar para aumentar su contenido alcohólico, establecieron el uso de la poda, el refinamiento en el proceso de fermentación, las ollas de cobre usadas en los mostos, la adicción de yeso para controlar el exceso de acidez e incluso, la decantación.
Los dulces imperiales
El viñedo más célebre de la época romana estaba en Falerne y fue motivo de inspiración de varios poetas, en especial de Horacio. El palacio imperial adoptó por mucho tiempo como su vino oficial al producido en este lugar, ya que fue el viñedo más grande de la antigüedad. Cada emperador tenía su favorito y, naturalmente, lo ponía de moda. Los romanos mostraron inclinación por los vinos importados y acostumbraban agregar miel a éstos, por lo que se deduce que los vinos dulces eran los más apreciados. Al vino se le atribuían propiedades farmacéuticas e incluso mágicas. El mosto se fermentaba en ánforas de barro; como los romanos deseaban producir vinos muy concentrados, exponían las ánforas con el mosto al calor para obtener un sabor más fuerte. Al consumirlo, para acompañar sus comidas, al vino se le agregaba agua para suavizarlo.
Imagen: Jarros y lucernas de la necrópolis púnica de Jardín. Torre del Mar (Málaga). Siglos VI-V a. c.
Continuará...