domingo, 25 de diciembre de 2005

“La creación es siempre un proceso natural”


Carmen Linares (Premio Nacional de Música) actuó hace dos años en el Salón de Columnas del Bretón de Logroño acompañada por la guitarra de Paco Cortés. Para muchos, ver a esta cantaora –toda ella un mito del cante– en un espacio tan singular como la vieja Sala Rex, supone un lujo para los aficionados: “Siempre que he cantado en Logroño he notado muy cerca su calor y sensibilidad hacia el flamenco”, apostilla la excepcional cantaora.

– ¿Por qué se ha decidido a actuar en Logroño en un formato tan peculiar como el Salón de Columnas?

– Siempre que he estado aquí he sentido la calidad de sus aficionados y su amor por el flamenco. Sé que el sitio es pequeño y además me queda mucho tiempo por delante para volver a Logroño y hacerlo en un espacio más grande. Además, como Antonio Benamargo me dijo que la sala era muy hermosa y tenía bastante tradición, me decidí por actuar en ella.

– Carmen Linares es una mujer y una artista inquieta que parece tener esa ansia creativa propia de los genios, como Enrique Morente...
– Quizás no soy consciente de que esté abriendo puertas, pero me gusta hacerlo porque desbrozar caminos es la obligación de todos los creadores, ya que en el arte no tiene que existir nada estático. Pongo como ejemplo la ‘Locura de Brisa y Trino’ que grabé con Manolo Sanlúcar, que me ha abierto la mente.

– ¿En qué sentido?

– Porque canto de otra manera, que está relacionada con el flamenco, pero que me convierte en otro instrumento más de esta composición de Manolo Sanlúcar que también ha dibujado otros caminos para la guitarra.

– En el último concierto que se vivió en Logroño hubo quien pidió que Miguel Poveda recurriera al grito en alguno de sus cantes.

– Cada intérprete es un mundo y el flamenco es muy individualista. Por ejemplo, Poveda, que canta de maravilla, tiene su sensibilidad. Lo que deberían hacer esas personas es quitarse los tabúes e ir con el alma limpia a escuchar. Luego que se decidan, pero primero a escuchar. El flamenco no es el grito por el grito, porque cada uno tiene su personalidad y ha de ser fiel a sí mismo. La muerte del flamenco es la imitación y además eso sería muy triste. Pero hay más, ya que el que se proponga innovar por innovar está perdido, porque la creación es un proceso natural.

– ¿Qué tal le ha sentado el Premio Nacional de Música?
– De maravilla. Ha sido una alegría muy grande porque se premia al flamenco y a una cantaora.
– ¿Le ha costado más llegar por ser mujer?

– No, sinceramente. Lo que pasa es que los hombres tienen más tiempo, porque soy madre, he tenido que parir a mis hijos y tenemos una función que los hombres carecen y que a la postre requiere más esfuerzo personal. Pero en el sentido de sentir discriminación, no.

– ¿Qué papel jugó su padre en su vocación cantaora?

– Él tocaba la guitarra como aficionado y me empujaba suavemente hacia el flamenco. Me decía que Dios me había dado un don y no lo podía desaprovechar.

– ¿Qué cantaores eran los que más le gustaban?

– Mi padre me llevaba a la peña Charlot y allí conocí a Rafael Romero “El Gallina”, Pepe el de la Matrona, Juan Varea y muchos de los que pasaban.

– ¿Cómo ve la eclosión de nuevos cantaores?

– Son una maravilla y estoy como una fiera dandoles mi apoyo siempre porque ellos son el futuro de este arte.

– ¿Cómo se siente cuando le dicen que usted es un mito?

– Lo veo con mucha lejanía porque tengo mucho que dar todavía. No quiero que se vea en esto ninguna clase de falsa modestia, pero lo que verdaderamente me llena es que la gente disfrute con lo que canto, eso es lo más hermoso. Me pasa también a mí, que no puedo vivir sin el flamenco. A veces, me pongo un disco de Chacón, Camarón o Morente y me siento tan feliz...

– ¿Cómo ha previsto el concierto de esta noche?

– Voy a tocar diferentes palos. No he pensado todavía las letras que voy a hacer, pero sí sé que habrá soleá, siguiriya, tientos, algo de levante...

Fotografía: Fernando Díaz