miércoles, 28 de diciembre de 2005
El hombre que añora a Francisco Sánchez
La primera gira internacional de Paco de Lucía se remonta a 1962
«Yo me alejo de todo lo que me haga recordar a Paco de Lucía. Yo reivindico para mí a Francisco Sánchez, que le gusta la paz, la tranquilidad, la serenidad y todo eso es incompatible con convivir con Paco de Lucía».
Así resume Paco de Lucía las servidumbres de una vida pegada a los escenarios, a las salas de grabaciones y a la vorágine que significa tener a las espaldas más de 30 discos, miles de conciertos y millones de kilómetros desparramados por los cinco continentes. «La música te llega o no te llega y no necesita de palabras ni de explicaciones», escribía Paco de Lucía hace más de doce años en un número especial de ‘La Caña’ (una revista de flamenco) dedicado a Camarón de la Isla, su hermano de alma, su otro yo, el genio con el que deparó una de las hornadas de discos más alucinantes de todos los tiempos. Ahora, andado el tiempo, parece que aquello no sólo era una definición de un sentimiento, sino de su propia realidad, de lo que significa Paco no sólo para el flamenco, sino para la música toda, ya que se le puede considerar como el flamenco más universal de todos los tiempos y el músico español más prestigioso de la historia. Hasta su llegada, todos los guitarristas –excepto Agustín Castellón ‘Sabicas’, que vivía en Nueva York– continuaban el camino de Ramón Montoya. A partir de Paco, todo cambiaría, incluso Paco, porque Paco es la propia música, y porque es imposible entender el flamenco contemporáneo sin la sonanta de aquel niño que se dio a conocer a los doce años, junto a su hermano Pepe, con el dúo llamado ‘Los Chiquitos de Algeciras’. En 1962 realizó su primera gira internacional integrando la compañía del bailaor José Greco. Sus primeros discos los grabó con el tocaor Ricardo Modrego y Ramón de Algeciras.
Con Camarón
A principios de los setenta coincidió con Camarón en Madrid, que por entonces cantaba en Torres Bermejas. Fue la unión de dos genios que se admiraban mutuamente. No hubo roces, el engranaje funcionó a la perfección y elevaron el compás flamenco a cotas nunca superadas. Paco se convirtió en estrella del hit parade en 1973, con ‘Entre dos aguas’. Después entró en contacto con la música brasileña, con el clasicismo de Falla, Albéniz o Rodrigo, con el jazz de Chick Corea (uno de sus ídolos), John McLaughlin, Pedro Iturralde, Al Di Meola o Larry Coryell. Además, gracias a su sexteto, creó el concepto actual de grupo flamenco, que ahora es el modelo de presentar a un grupo sobre el escenario. A través de su obra, se percibe con claridad la creación de un lenguaje propio, de un estilo, el suyo, que de una u otra manera han seguido todos los demás guitarristas. Paco ha sido capaz de proyectar el flamenco a un mercado universal, alejando conceptos como la hermética o la pureza de su lado. Paco es patrimonio de todos y su música no tiene más dueño que el sentimiento de Francisco Sánchez.
Fotografía: Festival Ljubljana/Press