martes, 1 de noviembre de 2005
Sebastián Castella, la torería y las basuras del corazón
Sebastián Castella actuó en la pasada feria de Alfaro menos de 24 horas después de recibir una cornada de 20 centímetros en su glúteo izquierdo y tras pasar dos veces por el quirófano. No se le vio un aspaviento en toda la tarde a pesar de que el día anterior había sido operado con anestesia general. El cronista se le acercó y le preguntó por su estado. Castella no le dio la más mínima importancia al gesto: «Somos toreros, y aunque dicen que estamos hechos de una pasta especial y que somos una especie de superhombres, las heridas nos duelen como a los demás. La pena es que no se le dé importancia a estas cosas», remató. El cronista le preguntó, entonces, si las continuas apariciones de los toreros en las revistas del corazón y en programas de dudoso gusto moral, ético y estético, puede estar dañando la verdadera imagen de grandeza de este espectáculo. Castella se revolvió: «Desde luego, es algo penoso vender la vida personal. Conmigo y otros toreros lo han intentado y no me he dejado, pero la continua frivolización de esta profesión es algo verdaderamente lamentable que está afectando a que se quite importancia a lo que de verdad lo tiene y que se engrandezcan cosas poco menos que ridículas».
Y la verdad es que el toreo está viviendo una crisis de interés muy destacable, a la que sin duda se suma la prolija aparición de determinados diestros en programas basura, que aprovechándose de su condición de matadores se pasean por esa clase de revistas vendiendo la fiesta de los toros como si fuera una bagatela. Lo dicho, los programas basura para toreros de similar condición.