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miércoles, 26 de octubre de 2005
Mi abuelo, Villasuso y la necedad de confundir valor y precio
No tengo la menor idea sobre si el abuelo de Carlos Ruiz Villasuso le llevaba a los toros cuando este periodista era barbilampiño y tierno en sus mocedades. La verdad es que no tengo ni idea ni me importa lo más mínimo. El caso es que este informador fue invitado por el Club Taurino Logroñés para pregonar las pasadas ferias de San Mateo y me cuentan que en dicho pregón dijo que ya había llegado la hora de que los aficionados a los toros no dijéramos nunca más que nuestra pasión taurina había sido alentada por alguno de nuestros abuelos. Quizás al barbilampiño periodista le parecía que la modernidad taurómaca pasaba por que no fueran los abuelos los impulsores de la emoción por la tauromaquia. El susodicho Villasuso, que en tantas ocasiones había denostado a la afición de Logroño a la que ha acusado una y otra vez de querer sólo toros grandes y de tener en la presidencia a funcionarios carentes de ¿sensibilidad? taurina, confunde –una vez más– el valor y el precio (me huele que sabe más de precios que de valores) y reivindica una fiesta moderna, tipo fútbol, con toreros mediáticos y aficionados que no van a los toros de la mano de sus abuelos. Y digo yo, mi abuelo me enseñó a ver los toros, a amar el toro, a reírme de lo que provoca hilaridad en el ruedo o a sentir la emoción cuando surge, por ejemplo, la torería. Y mi abuelo, que me enseñó tantas cosas –como el genio de 'El Niño de la Palma' o el valor de Gaona, con los que compartió mesa pero no mantel– qué hubiera pensado si hubiera escuchado a Ruiz Villasuso. No lo sé, pero quizás le hubiera colocado a guisa de Don Tancredo en medio de Cayetano y el 'Indio Grande' a ver si seguía denostando el saber de los mayores...