martes, 18 de octubre de 2005

La opinión y la información en el periodismo taurino


La información taurina es una de las especialidades periodísticas más antiguas de la profesión informativa en España. Curiosamente, en ninguna de las múltiples facultades que han crecido como hongos llenando la cola del paro de miles de licenciados sin posibilidad alguna de ejercer su profesión dedican ni un minuto de su acervo académico para hablar de esta especialidad.
Lo más seguro es que los decanos no hayan pisado una redacción en su vida y mucho menos una plaza de toros. Por eso, a la información taurina se llega por vocación, por casualidad o para figurar, aunque no se sepa ni una palabra ni de toros ni de periodismo.
Si en el periodismo existen géneros, en la información taurina, en la mayoría de los casos realizada por aficionados sin formación periodística, se entremezcla la opinión con la información de una manera intolerable. El ‘yo’ está hipergeneralizado y salvando alguna extraordinaria excepción, la calidad de la expresión (hablada o escrita) es nefasta, por no decir cosas peores.
En los últimos años se han sumado a los medios tradicionales (radios y periódicos) dos fenómenos nuevos y curiosos: internet, donde abunda la noticia pero escasea la reflexión de calidad, ya que algo pensado para verlo con un ‘click’, difícilmente se presta a una lectura relajada y reflexiva. El otro fenómeno es la aparición de las televisiones locales, donde impera la tertulia y en el que los aficionados de a pie ven a sus críticos cercanos opinar sobre corridas que ellos también han visto. Y es aquí, precisamente en las televisiones locales, donde reina un mayor ámbito de libertad de expresión y donde se produce el ‘feed back’, tan deseado por los teóricos de la comunicación.
Se supone que los lectores, sean aficionados o no, se acercan a los medios de comunicación con el deseo de que se les informe, no de que se les adoctrine de una forma barata, tan barata que a veces es peor que la mera propaganda. La información ha de ser un concepto que para el profesional no puede tener vuelta de hoja: se ha de describir la noticia ciñéndose lo máximo posible a la realidad, sin vertir comentario alguno.
Veamos tres ejemplos y tres circunstancias que acontecerán cuando se dé por segura la reaparición de José Tomás.
a) Título: José Tomás anuncia que reaparecerá el próximo año.
Subtítulo: Pepe Pérez será el nuevo apoderado del diestro, que hará su primer paseíllo el Domingo de Resurrección en Sevilla.
En este caso, el periodista da tres noticias: la reaparición, el apoderado, la plaza y la fecha. Aquí no hay ninguna opinión, ya que se trata de informar.
Otro ejemplo:
a) Título: José Tomás vuelve
Subtítulo: El de Galapagar da por finalizado su año sabático y cambia de apoderado
Aquí se da menos información y además de forma incompleta, pero no hay opinión.
El último ejemplo:
a) Título: Ya lo decía yo
Subtítulo: José Tomás abandona el fútbol sala y volverá para engañarnos a todos toreando toros de Domecq afeitados.
Aquí sólo hay opinión, la noticia y la realidad en general le trae al pairo a esta clase de periodistas, que sólo atienden a la realidad cuando creen que ésta se comparece con sus opiniones, de las que piensan que es lo único que le interesa a sus lectores. Fulano ha dicho esto y como lo ha dicho fulano será así.
En realidad a dicho fulano le da igual que José Tomás reaparezca porque lo único que le interesa del diestro de Galapagar es su toque en el fútbol sala. Antes, Fulano quizá lo acusó de homosexualidad y de no saber torear. Ahora, de que viene a llevárselo crudo a costa de la cartera de los aficionados, que como todo el mundo sabe van a la plaza con grilletes a ver cómo «José Tomás hace el ridículo con toros afeitados».
Quizás todo esto sea una exageración de la realidad, pero el medio no puede ser el mensaje, el medio ha de ser la forma de trasladar la realidad a los lectores, sin más alaracas que la credibilidad y la decencia personal de cada periodista. La crítica es otra cosa, pero es la misma, ya que sin decencia ni se puede escribir honradamente ni se puede dar una calada a un puro sin que se nos caiga la cara de vergüenza.