– ¿Cómo comenzó su familia a gestionar artísticamente la plaza de toros de Logroño?
– La sociedad que se encargaba de organizar las corridas y festejos taurinos que se celebraban en Logroño debía de tener problemas económicos y en la temporada de 1949 decidieron llamar a mi padre, Pablo Martínez Elizondo, para que se hiciera cargo de su gestión, dado que organizaba corridas en varias ciudades de nuestro entorno.
– Entonces, la tradición empresarial de su familia viene de largo...
– Sí. Mi padre, que era de Tolosa, empezó a hacer sus primeros pinitos arrendádole la plaza al que era empresario de San Sebastián en aquellos años –Pagés– para dar corridas fuera de temporada. Además, tenía el servicio de caballos de picar de Pamplona, Bilbao y San Sebastián. Después de la Guerra Civil comenzó a organizar corridas en Vitoria, Bayona y Mont de Marsan.
– ¿Cuándo comenzó usted a gestionar directamente el coso?
– Bueno, mi padre quería que estudiase una carrera, y durante todos aquellos años yo tuve poca relación directa con el negocio taurino. Cuando terminé la carrera de Químicas empecé a conocer la profesión. Yo diría que fue al final de la década de los cincuenta el momento en que entré de lleno en este trabajo.
– ¿Y cómo era el público de Logroño en aquellos años?
– Quizás era una gente con menos exigencias toristas que en estos tiempos. Creo que ha sido la última época de esta plaza la más difícil que hemos tenido como empresarios.
– ¿Es el torismo una moda de los últimos años en la Manzanera?
– No, desde que la cogimos nosotros era torista, lo que sucede es que desde los años ochenta subió la exigencia en cuanto a presentación. Ahora bien, el comportamiento del público en general no ha cambiado sustancialmente.
– ¿Quizás han cambiado más lo toreros?
– Bastante más. A los matadores de ahora les cuesta muchísimo anunciarse en una plaza como ésta, con el toro que sale en Logroño y en las fechas en las que se celebran las corridas. Antes, no sé la razón, esto no pasaba.
– ¿Y de aquellos toreros tendrá muchos grabados por sus faenas en Logroño?
– Me es muy difícil nombrar alguno, ahí están los Ordóñez, Camino y tantos otros. Pero sí recuerdo una faena de Luis Miguel Dominguín en una tarde que llovía a mares.
– ¿Habrá vivido momentos difíciles en Logroño?
– He pasado muy malas tardes en Logroño, y siempre han estado relacionadas con lo que más me ha preocupado de los toros, la falta de fuerzas. Me duele y me pone nerviosísimo que un toro claudique y se vaya al suelo. Lo más duro como empresario es que el toro se caiga.
– ¿Qué es lo que define a la casa Chopera como empresa?
– La seriedad, sin duda. Tanto en la organización del espectáculo como en su propia defensa para que no haya fraude.
– Usted con su aspecto físico, su altura, su voz profunda y con todo el poder que tiene impone mucho respeto en el mundo taurino, ¿Es usted tan serio?
– Bueno, yo soy serio cuando hay que serlo. Pero tengo muchos amigos y me encanta disfrutar y reirme con ellos. Creo que he sido justo con las personas y puedo decir que tengo muy buenas relaciones con muchos profesionales. En cuanto a la seriedad empresarial es una virtud que recogí de mi padre y que se la he legado a mis hijos.
– ¿No cree que los empresarios taurinos de hoy en día son más mercantilistas?
– Es verdad que antes había más bohemía; ahora todo está mucho más sistematizado. Por ejemplo, se decía que con dar la mano se llegaba a un acuerdo, que era sagrado y que se respetaba. Ahora eso es igual. Antes también había sinvergüenzas y honrados.
– ¿Y el toro, don Manuel, ha cambiado mucho?
– Ha evolucionado y se ha conseguido más nobleza para que las faenas sean perfeccionistas. Sin embargo, el toro ha perdido mucho carácter. El toro de mi época tenía más movilidad, aunque algunas veces se caía.
– Y vaya baraja de matadores.
– Fíjese, Ordóñez, Jaime Ostos, Girón, y me olvido de tantos...
– ¿Es difícil que el toro vuelva por donde solía?
– Muy complicado, aunque me consta el esfuerzo que están realizando muchos ganaderos.
– ¿Cómo definiría al aficionado de Logroño?
– Exigente.
– ¿Y al toro de Logroño?
– Ejemplares con trapío, que no sacados fuera de tipo.
– ¿Cómo ha sido su relación con los presidentes?
– Digamos que normal.
– ¿Y con los veterinarios?
– A veces han surgido discrepancias duras, muy duras. Pero el trato siempre ha sido cordial.
– Desde los tiempos de César Jalón “Clarito”, en La Rioja ha habido muchos críticos taurinos. ¿Qué tal se ha llevado con ellos?
– Je, je... Me han parecido todos muy bien, yo ya me entiendo.
– ¿Qué le parece lo de su homenaje?
– Un poco fuerte. Agradezco el detalle a todo el mundo por el cariño que me dan.
– ¿Va a hacer algo especial para la feria con motivo de los 50 años?
– Ya veremos a ver. No lo sé porque no hemos tratado el tema y queda tiempo hasta septiembre.
Publicada en marzo de 1999