Alfaro vivía ayer una cierta sensación de cansancio. La parte mollar de la feria había pasado y reinaba, entre muchos aficionados, el desencanto: «Los novillos de ayer, que se los echen a ‘El Juli’», espetaban algunos. Y es curioso, ayer no hubo figuras y algunos banderilleros tuvieron que compartir habitación con un picador llegado desde el Aljarafe sevillano para ceñirse el traje de torear o para la reconfortante ducha tras la lidia. Es el reverso habitual de la misma moneda. Para el glamour, toros de pitiminí y para los noveles: los novillos encastados.
El empresario Manolo Martín decía desde Palma de Mallorca –donde ayer daba una de rejones nocturna (con Sergio Domínguez en el cartel)– que «hemos trabajado mucho y estoy muy desilusionado con algunos toreros que tenían que haber apretado más el acelerador». Sobre el público alfareño y su respuesta al reclamo de los toros se mostraba sin ninguna doblez: «Estoy feliz, la gente ha respondido a una feria que empezó muy bien con la de rejones y que luego se fue diluyendo por diversas causas, como la enfermedad de la ‘Lengua Azul’, que de alguna manera nos trastocó algunos de los carteles. También he de decir que varios de los astados no tenían que haberse lidiado y que estoy a disposición de la ciudad para lo que se estime oportuno. Pero yo lo que quiero es continuar con la misma fuerza, haciendo que la feria de Alfaro vaya siempre hacia adelante. De hecho, ya tengo algunas ideas por la cabeza, pero todavía queda mucho».
Javier Pérez, presidente de ‘El Toril’ hablaba de su decepción: «El día de los rejones, la gente joven hablaba por la noche de toros en lo bares. No se ha repetido porque todos esperábamos otra feria, aunque también reconozco que se podía haber cortado alguna oreja más si no se hubiera fallado tanto a espadas. Pero sí, hay decepción con algunas figuras que parece que sólo quiere torear con demasiadas comodidades».