«Lo que hoy llamamos periodismo no tiene nada que ver con el periodismo del siglo XVIII», mantiene Alejandro Pizarroso, catedrático y vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, que vino a Logroño a hablar sobre la prensa, los toros y el despotismo ilustrado.
– ¿Lo que conocemos como periodismo tiene algo que ver con el periodismo?
– Si entramos en esos términos no nos queda más remedio que decir que la información no existe, todo, absolutamente todo es propaganda y persuasión y la información no es más que una entelequia.
– Entonces, cuál es el papel de los periodistas...
– Ridículo. Son pobres hombres y pobres mujeres que se creen incluso lo que hacen y son los primeros engañados, a no ser que sean los más listos y se conviertan ellos en los engañadores.
– ¿A qué altura moral cree que se encuentra la profesión periodística?
– Eso qué es; existe acaso la moral. ¿Se refiere usted a la moral cristiana, a la budista o a la judía?
– ¿Qué pueden hacer entonces los consumidores de medios de comunicación?
– Dejarse persuadir sin poner ninguna clase de cortapisa.
– ¿Cómo ve el periodismo taurino?
– Igual. Hay varios niveles, empezando por la crítica taurina, que no deja de ser un mero ejercicio de subjetividad. Luego está el aspecto informativo, en el que se da cuenta de todo lo que se mueve alrededor de este mundo y que por cierto, tiene un reflejo en los medios de comunicación muy inferior al interés que despierta en la sociedad y al dinero y los puestos de trabajo que genera el propio espectáculo.
– ¿A qué cree que se debe ese fenómeno?
– Sin duda, a una especie de papanatismo unido al sentimiento de seguir lo que se denomina como lo políticamente correcto.
– Pero es revelador que en los principales informativos sólo aparezca la fiesta de los toros por las cornadas, casi nunca cuando un torero logra una gran faena.
– En el 2004, y esto lo digo a título de ejemplo, las corridas de toros han salido más veces en la primera página en ‘Le Monde’ (cinco noticias con foto de carácter positivo) que en la de ‘El País’. La verdad es que resulta complicado explicar lo que está sucediendo en España con los toros y los medios de comunicación. Me parece muy bien que haya gente a la que no le guste los toros, como que haya gente que no le guste la ópera. Pero desde mi punto de vista una corrida de toros es la representación, con unos códigos establecidos, de un rito en el que sus protagonistas dan su vida para proporcionar a los aficionados un placer estético. El toro muere, de acuerdo. Todos morimos: la vida tiene sentido porque existe un final y la vida del toro es infinitamente mejor que la que disfrutan la mayoría de los animales. El torero no interpreta, ya que pone en juego lo más importante que tiene, que es su existencia. Por cierto, si hay una reserva ecológica en España increíble, ésa es la que se destina a la crianza de los toros bravos. Además de ser el arte más excelso, los toros son una gran reserva ecológica. Y el que no entienda eso es que no entiende nada.
– ¿Por qué se ataca más a la fiesta de toros desde partidos de izquierda, nacionalistas y verdes que desde la derecha?
– Yo lo que les digo que la fiesta es universal porque es un arte. Además yo soy muy de izquierdas.
– Otro ejemplo: Cristina Narbona comparó el toreo con el maltrato a la mujer.
– No opino sobre opiniones estúpidas de personas estúpidas. Ese tipo de inanidad intelectual me suscita en todo caso sólo piedad.